- ¿si? ¿si?
- …
- ¿Hola? ¡Hola!
- ¿Abel?
- Ah, Iván, que… sorpresa. ¿Cómo estás?
- ¿Estar? Creo que ni siquiera estoy… no me molesta si respondés.
- Perdón, la verdad estoy un poco sorprendido, no esperaba una llamada tuya…
- No, si no esperás nada de mi…
- Pará, no empecemos mal, hace mucho que no hablamos… ni nada. ¿Estás ahí? ¿Iván…?
- Si… si, estoy.
- ¿Iván, que tomaste? Estuviste tomando, ¿no?
- Pará un poco, no te llamo para que me enloquezcas, te llamo pa…
- ¿Entonces? Decime, Iván, ¿qué?
- ¿Por qué te fuiste?
- ¿Qué?
- Que ganas de joder, si me escuchaste. Que por qué te fuiste. Nunca me explicaste por qué.
- Siempre esa manía de sacar trapitos al sol, vos… A demás si te expliqué, no me pidas que te lo repita, te lo suplico.
- Si me pedís eso es porque querés que te pregunte. Soy un borracho, pero no soy estúpido.
- Porque necesitaba amor.
- Pero si yo te quería, Abel, si yo te…
- Si, me querías. No me amabas.
- ¿y vos creés que ese falso poeta que duerme entre tus sábanas te ama?
- ¿Para qué llamaste, carajo, para qué?
- Para escucharte.
- Vos estás borracho. ¿Ves? Nadie quiere vivir con un borracho. Abel, andá a dormir, te va a hacer bien, and…
- Te extraño, tengo frío. Vení, nos tomamos un tecito de durazno. ¿O estás con…?
- No.
- ¿Terminaron?
- Sí.
- Vení te necesito, tomemos un… tomemos un té y hablemos, te necesito tanto! Escuchemos Chopin, que te gusta.
- Iván, andá a dormir.
- No me cortes, Abel, no cortes.
- Buenas noches, Iván.
- ¿Abel, soñás en colores?
- Buenas noches.
Varios pitidos. Fin de la conversación. Iván deja caer el teléfono antiguo al suelo, se tira del pelo, llora y grita. Se acuerda de que cuando era chiquito su mamá le daba caramelos de limón para que no hiciera berrinches. Una vez su papá le pegó por eso. A mamá no se le pega, le hubiera gustado decir a Iván, a mamá se le dan besitos y se la quiere, no se la golpea a mami, no se la hace llorar. Pero no decía nada, porque su mamá lo miraba con ojos que gritaban, ojos que gritaban “no digas nada, mamita puede sola, andá a jugar”.
Cuando Iván soñaba con su mamá y se levantaba llorando Abel le daba besitos en los ojos y le cantaba una canción en francés. La canción era muy linda, la voz de Abel también. Era afinada, serena y un poco ronca, sonaba linda hasta cuando decía cosas feas.
Los besitos de Abel eran como caramelos. Iván pide caramelos a gritos, pide un poco de amor, pide a mamá. Y se queda dormido.